Nunca todo será perfecto
No podemos evitar echar de menos, ni podemos evitar sentir; no podemos controlarlo todo, no podemos pretender que el mero hecho de desear algo o de merecerlo nos lleve a pensar que lo conseguiremos. A veces las cosas no salen como uno quiere o como uno merece, pero cuando uno cae al suelo es cuando aprende a levantarse, porque cuando no podemos tenerlo todo aprendemos a valorar lo que tenemos cuando lo tenemos. La vida es hoy, no ayer, ni mañana; dejémonos de complicaciones. Y de las cosas que no salen como uno quiere aprendemos lecciones y guardamos cicatrices como trofeos, porque no conseguirlo no quiere decir nada, lo que importa de verás es haber sido valiente. No vale la pena gritar, ni llorar, ni encerrarnos en nosotros mismos; y mucho menos obsesionarnos con el tema...el final de algo sólo es el principio de una nueva etapa, otro camino, otros retos, nuevas oportunidades. Ya somos mayores como para decir que no nos lo esperábamos, que no sabíamos lo que apostábamos, que no conocíamos la letra pequeña. A veces las cosas se viven y punto, se disfrutan, se quieren, se ríen, se bailan, se emborrachan y acaban. Recordándolo hasta la saciedad gritando y llorando porque lo hemos perdido no arreglamos nada; ya no es ayer, pero es hoy y nos queda mañana, y pasado, y pasado más. La vida no acaba así, no acaba ahora.
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